2 de diciembre de 2009

Opinión acerca de la publicidad

En general todos nosotros pensamos que la publicidad es un modo de persuasión, es decir, siguiendo una serie de estrategias se consigue que las personas creen necesitar algo que hasta el momento no necesitaban.

En particular, Álvaro defiende que la publicidad es un mecanismo de persuasión que ha pasado a estar basado en necesidades caprichosas y secundarias. Siempre vende un mundo al que aspiramos, el que me gustaría tener, el que me gustaría ser. El único papel que tiene la publicidad es el hecho de decir "soy la mejor solución a tus problemas"... y lo que realmente hace es crearte cada vez más problemas innecesarios.
Pablo piensa que la publicidad no solo puede ser considerada como un mecanismo de persuasión y aún estando en disconformidad de la gente que piensa que la publicidad que la publicidad es positiva para la sociedad porque nos informa de los nuevos productos que aparecen en el mercado, piensa que es un gran medio en el que explotar tu creatividad y abrirte a nuevos mundos como sucede en el libro 13,99 en el cual la creatividad es una pieza tan importante que se llegan a reunir en múltiples ocasiones solo para la creación de un anuncio.
A su vez, Carla establece que critica como tal no tiene porque, a su parecer, los publicistas lo único que hacen es tratar de hacer bien su trabajo aunque para ello tienen que intervenir o modificar los sentimientos de los consumidores, y a su vez señala, que en realidad, desde su punto de vista, si esto ocurre es porque lo hemos permitido nosotros, los consumidores. Además considera que los anuncios suelen durar demasiado y se eternizan, por lo que acaba quedándose dormida entre los anuncios.
Por otra parte, Merche considera que la publicidad lo único que intenta es vendernos lo que anuncia. Por tanto, tiende a idealizar el producto o servicio con el fin de captar nuestra atención, haciéndolo más atractivo y conseguir, así, convencernos.
Pero a estas alturas esto lo sabemos todos, así que pienso que es responsabilidad de cada uno creérselo o no, y confiar ciegamente en la publicidad o por el contrario ser crítico y realista. Lo importante es pensar si realmente necesitamos lo que nos intentan vender. Tendríamos que ser selectivos con la publicidad que nos llega, en lugar de criticarla.
Alberto considera que está completamente de acuerdo con Álvaro, y que del mismo modo, su opinión es muy similar a la de Irene.
Ana cree que el hecho en sí no es criticar la publicidad como tal, en lo que en su definición estricta se refiere sino en el abuso de ésta con fines consumistas y sin ser en la mayoría de los casos totalmente objetiva y sincera hacia el consumidor; sin embargo hay que reconocer que hoy en día resulta cansina aburrida y molesta; y desgraciadamente efectiva, pero como todo a lo largo de la historia vivimos en sociedades consumistas y que como dice Merche es responsabilidad de uno creérselo o no. Según Ana en la mayoría de los casos las personas caen en la tentación de comprar una cosa u otra básicamente por hacer caso a la publicidad, por seguir un status social o unos simples roles no solo implantados por la publicidad. Ana también defiende que
a lo largo de toda la historia ha existido la publicidad de una manera u otra, y que en realidad no concibe un mundo sin anuncios; ya que es una fuente básica de conocimiento por poner un ejemplo de las nuevas tecnologías y avances médicos.
Desde el punto de vista de Ana si en algo ha de criticar la publicidad es básicamente en el mal uso de ella, porque un publicista hace bien su trabajo cuando un anuncio tiene éxito no porque lo que venda sea bueno y en ese punto es donde Ana cree que está el error.
Y finalmente Irene defiende que la publicidad es una obsesión porque compremos y compremos constantemente, no importa si necesitamos o no el producto simplemente nos lo venden como el mejor y por ello nosotros deberíamos comprarlo. Pero al mismo tiempo considera que nos venden imágenes o ideas que se nos quedan grabadas en el cerebro e indirectamente nos influyen y nos afectan. Así como el hecho de la gran importancia que tiene la estética y que queda reflejada siempre en la publicidad, cosa que, indirectamente puede provocar incluso enfermedades como bulimia, anorexia, trastornos de nutrición etc. Irene considera que la publicidad es excesiva, un bombardeo de ofertas y de productos a cada minuto y un posible ejemplo es el siguiente:
Imaginemos un día normal en la vida de un ciudadano. Se levanta por la mañana, enciende la radio, y adormilado, escucha los primeros anuncios. Después, tanto a la ida como a la vuelta del trabajo, se encuentra rodeado de escaparates y vallas publicitarias. Si va en autobús, por dentro y fuera del vehículo, verá anuncios y si viaja en metro observará cada estación empapelada de propaganda publicitaria. Vuelve a casa y su buzón está lleno de reclamos y de atractivos folletos de centros comerciales con fotografías de productos en oferta. Enciende la televisión y, mientras come, recibe, uno tras otro, multitud de reclamos publicitarios. Por la tarde sale de casa y va a pasear por las calles céntricas todas llenas de comercios, escaparates y anuncios. Si entra a un gran almacén, aunque sea sólo para hacer una pequeña compra, verá todo el centro comercial lleno de invitaciones al consumo: productos con llamativos envoltorios, ofertas, personas que se le acercan para sugerirle que pruebe y, en definitiva, compre algún producto. Para llegar al lugar donde va a hacer su compra pasa por cientos de tentaciones y promociones, mientras por los altavoces anuncian ofertas especiales y se anima al consumo. Cuando esté en casa es posible que reciba una llamada telefónica en la que, bajo la apariencia de una encuesta o de un sorteo, traten de ofrecerle un seguro o un apartamento para las vacaciones. Si enciende su ordenador y entra en Internet la pantalla se llenará de anuncios, y al mirar su correo electrónico se lo encontrará también lleno de publicidad.

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